Con una extensa trayectoria docente en la facultad, donde comenzó a trabajar en
los inicios del Departamento de Hidrología General y Aplicada, Carlos fue un
apasionado por las matemáticas y la enseñanza. Dueño de
un humor y una empatía excepcionales, supo ganarse el respeto y el
cariño de sus pares, de nodocentes y generaciones de estudiantes, que lo
despiden con honda tristeza.
El 19 de febrero, a los 77 años de edad, falleció el profesor Carlos
Volpato. Era Ingeniero Químico, graduado en la Universidad Nacional del Litoral
(UNL). Fue docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas
(FICH) desde el 26 de marzo de 1974 hasta su jubilación, en el año
2014, en diferentes asignaturas correspondientes al Departamento de Formación
Básica. También fue consejero directivo de la facultad, profesor de
la Universidad Tecnológica Nacional – Facultad Regional
Paraná y de la escuela La Salle de la ciudad de Santa Fe.
“Carlos fue un apasionado por las matemáticas y la docencia. Su
entusiasmo por enseñar, su humor y su dedicación fueron un ejemplo
para muchas cohortes que cursaron el ciclo básico de las carreras de la FICH.
En este sentido, no puedo dejar de recordar a sus mentores, los profesores Armando
Ottalagano y Juan Carlos Alarcón, quienes nos enseñaron las bases
matemáticas de la Ingeniería en Recursos
Hídricos”, expresó Horacio Loyarte, docente de la FICH,
quien se desempeñó como ayudante alumno de Carlos en tres
asignaturas de Matemática. “Con «Otta» y
«Juanca» fuimos el trípode del Departamento de
Matemática desde 1974. Funcionamos como soporte uno del otro, en todo momento.
Hoy, transcurrido el tiempo, sus ejemplos perduran en mi formación y en cada
una de mis clases…”, escribió Carlos en
Crónicas de la FICH. 35 años, en el año 2005.
Mario Garelik, profesor de la FICH y amigo de Carlos, con quien inició su
carrera docente en la facultad, también destacó sus cualidades
personales y su pasión por la docencia. “Era un profesor exigente
como ninguno, que sabía ganarse el respeto y el amor de sus pares y
estudiantes. Tenía un manejo ejemplar de grupos numerosos y un dominio
admirable del dibujo. Los gráficos que hacía con tiza en el
pizarrón, con sombras y perspectivas, eran mejores que los que
podíamos encontrar en los libros. Los apuntes también
tenían su sello… Letra caligráfica, inconfundible,
trazada prolijamente con lapicera a tinta. Fue un docente de pura cepa, que a la vez te
hacía explotar de alegría con su manera particular de contar un
chiste o una anécdota, siempre comprensivo y dispuesto a prestar el
oído a quien lo necesitara”.
Ambos docentes recordaron también la biblioteca que Carlos tenía en
su casa. “Era motivo de admiración de todo aquel que lo visitaba.
Tenía una cultura general como pocos. En ocasiones, cuando queríamos
profundizar algún tema relacionado con la historia de la matemática
en particular o de la ciencia en general, siempre acudíamos a
Carlos”, señaló Garelik. Al respecto, Loyarte
agregó: “su pasión por la ciencia se vio reflejada en su
increíble biblioteca. No recuerdo paredes de su casa sin estantes repletos de
libros; me asombraba ver ejemplares raros o antiguos de editoriales rusas e italianas del
siglo XIX”.
Sin dudas, Carlos dejó en la FICH una huella imborrable que
permanecerá por siempre en cada espacio de la facultad. Enseñanzas y
anécdotas sobrevivirán en la memoria de esta comunidad, que hoy lo
despide con honda tristeza.
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