Ese 29 de Abril, no fue uno más.
Hoy no es un día más en la historia de la ciudad. Hoy se cumple una década
de aquel hecho de 2003 que marcó un antes y un después en la vida de los
santafesinos. La crecida del Río Salado y su posterior ingreso a la ciudad
originó la peor catástrofe de la Provincia en los últimos tiempos. Gran
parte de la ciudad quedo anegada, y más de 100.000 personas se refugiaron
en los centros de evacuados, mientras otras tantas permanecieron arriba de
los techos de sus casas inundadas, para proteger las pocas pertenencias que
rescataron o simplemente ante la imposibilidad de escapar de la situación.
Ese 29 de abril, el agua ingresó a Santa Fe, y lo hizo porque las defensas
que protegían a la ciudad no estaban terminadas (aunque si inauguradas años
atrás). Con su embate, según cifras oficiales, se llevo la vida de 23
personas, aunque se estiman muchas más. Afecto a 28.000 hogares, llevándose
parte de su historia y su identidad.
Hoy se recuerda con tristeza una tragedia que podría haberse evitado, con
un estado que incumplió con su responsabilidad social, un Estado
negligente, improvisado, y malversador, que no realizó las obras necesarias
para proteger a la ciudadanía, que proyectó y pagó un plan de defensas que
no hizo cumplir, que desmanteló el sistema de registros pluviométricos
sobre el río salado, que no elaboró planes de contingencia en una ciudad
rodeada de ríos, y que no utilizo de manera transparente los fondos
públicos.
Es en este contexto de caos en el que el pueblo argentino acudió con
solidaridad a nuestra ciudad afectada. Con ese panorama se encontraban en
el lugar organizaciones y movimientos sociales del territorio llamados al
rescate y contención de los más afectados, brindando su tiempo para hacer
lo que fuese necesario sin esperar nada a cambio y brindando
desinteresadamente todo tipo de ayuda. Así comenzaba la historia de los
hechos que marcarían la memoria de nuestro pueblo. La misma acción
colectiva fue la que más adelante exigía en conjunto y de manera organizada
justicia y explicaciones a los entes responsables. Así daba los primeros
pasos por el relato local la Marcha de las Antorchas, instalando símbolos
que trascenderían al tiempo, como la carpa negra, en la plaza de Mayo.
Creemos que estos diez años tienen que invitarnos a reconstruir,
reivindicar y honrar la memoria, buscar la verdad, y exigir justicia.
Todo esto nos interpela en nuestro quehacer cotidiano como ciudadanos y
futuros profesionales llevándonos a reflexionar sobre qué rol ocupamos en
la sociedad, y cual el estado. Es en este sentido que creemos importante
aportar para avanzar hacia una ciudadanía empoderada con participación y
decisión en políticas públicas donde se valore la diversidad de
conocimientos, capacidades y recursos. Es la universidad, en este contexto
quien debe ser la usina que genere las herramientas que permitan prevenir y
actuar ante las problemáticas concretas de esta ciudadanía. Y sin limitarse
a esto, fusionarse con ella para ser un motor real de cambio social.
Siete Jefes - MNR