José de San Martín: rompiendo el bronce, para libertarnos
nuevamente
A través del
Decreto Nº 10.302/1944, el gobierno militar de facto surgido en junio de 1943
estableció definitivamente a José de San Martín como “Padre de la Patria”;
dándole la razón a Ricardo Rojas, quien años antes había tratado de exaltar la
imagen de nuestro prócer al extremo de un intento de canonizarlo, en su libro
“El santo de la Espada”
¿Que es ser padre de la patria?
Ser
Padre de la Patria es describir a un líder como padre fundador de la nación.
Suele ser considerado una figura clave en la historia nacional cuyo percibido
heroísmo y autoridad moral hacen de él una fuente de inspiración patriótica
digna de respeto y veneración. Su imagen es a menudo elevada a la categoría de
símbolo nacional
Al
colocarlo como Padre de la Patria, San Martín pasó a ser una figura que debió
unir a todos. Y mientras se colocaba estatuas en todas las plazas del
país, simultáneamente, su figura se fue volviendo más borrosa. A partir de este
“nombramiento” muchos historiadores, sobre todo los que han escrito para las
escuelas, han bloqueado la vida de San Martín para crear una “imagen”.
Los beneficios
de considerar a San Martín como padre de la patria son iguales o menores que
los perjuicios al convertirlo sólo en una efigie de bronce.
Pero, ¿quién fue San Martín?
Este 17 de agosto se conmemora el 160°
aniversario del fallecimiento del General Don José de San Martín.
Nacido en la Provincia de Corrientes,
a la margen del Río Uruguay, en una pequeña misión llamada Yapeyú. Educado en
Europa y convertido en un notable Teniente Coronel, San Martín renuncia a su cargo y se
dirige a Inglaterra
donde prepara junto a Carlos María de Alvear la vuelta a su Latinoamérica para
libertarla de la opresión de la España que conocía tan bien y que tanto le
había decepcionado.
Avocado a la
liberación de America latina, su
batalla clave en Argentina, fue en el convento de San Lorenzo donde corta el
libre acceso que tenía la flota realista por el río Paraná, desde donde
saqueaban campos y ganados para hacer intocable la sitiada Montevideo.
Su salvataje tomando la posta en
Yatasto del General Don Manuel Belgrano, quien había sido destrozado en la
Campaña del Norte, muy a pesar de sus esfuerzos no apoyados desde la
intolerante y compleja Buenos Aires.
Su presión
determinante y definitiva para declarar nuestra independencia el 9 de Julio de
1816, condición
indispensable para cortar con el eterno vinculo y “coqueteo” con España.
Su planificada y
memorable intervención a Chile,
cruzando los Andes. Toda la ayuda de Pueyrredón, quien hiciera hasta lo
imposible desde Buenos Aires para que la gesta libertadora del cruce de los
andes fuera posible.
Su operación en
Chacabuco donde, con 5000 hombres exhaustos
luego del cruce de los Andes ataca al ejército realista que estaba disperso a
lo largo de toda la cordillera gracias a las innumerables cartas que había
mandado San Martín para confundir al enemigo en relación al punto de cruce.
Esta operación corrió peligro ya que Bernardo O'Higgings, ansioso, se lanzó
prematuramente sobre los realistas quienes lo estaban doblegando hasta que Don
José, enfermo hasta el vómito sanguinolento pero entero mentalmente, se lanza
hacia la retaguardia de ese ejército real desprevenido, venciéndolo y dando la ansiada
libertad al pueblo Chileno.
Su capítulo peruano (en donde termina
su inmensa gesta libertadora de América, convirtiéndose en el protector del
Perú) merece un punto aparte.
San Martín murió en 1850 en el exilio,
en la Francia que tanto lo recuerda. Él no quiso participar de la guerra civil
que se libraba en Argentina por entonces. Su sable corvo estaba destinado a la
defensa de la Patria y no para matar hermanos; según sus propias palabras.
¿Quién es el hombre detrás del bronce?
Muchas veces se ha infamado a José
Francisco. Muchas veces se lo ha ninguneado. Tantas otras se lo ha olvidado
como hoy sucede para la mayoría de los argentinos que encuentran este día más
importante para ejecutar planes por el fin de semana largo.
San Martín, más allá de cualquier
adjetivo que pueda atribuírsele, fue un héroe
verdadero. Según Umberto Eco, “un héroe es aquél que lo es por error, que no
se jacta de su muerte ni de la ajena y que no se arrepiente pero que sufre en
silencio”. El héroe que define Eco, sólo es un hombre común que supo actuar
con dignidad y coraje bajo el imperio de las circunstancias. “La desgracia
de ser un hombre público, sí amigo mío, la desgracia porque estoy convencido de
que serás lo que hay que ser, sino, no eres nada”, resume la pesadumbre con
la que el Libertador debe afrontar la fatalidad de tener que ser héroe.
Fue un
hombre coherente con sus ideas, en una época en que se sobreponían los
intereses personales y de partido. Bregó por una auténtica unión que permitiera
vencer a los enemigos exteriores. Sus cartas a Estanislao López y a José
Artigas, en momentos en que el país se debatía en una carnicería, lo reflejan.
La
prudencia, junto a un indeclinable sentido del deber y una capacidad de
liderazgo natural, fueron el Norte que guiaron sus acciones. Unos rasgos de
carácter que no impidieron, sin embargo, que fuera tildado de irresoluto,
despiadado, y aun traidor, por sus detractores.
Paradójicamente,
el máximo prócer de los argentinos afrontaba con pesar el hecho de saberse un
extranjero en su propio país.
Muy pocas veces, se escucha y dice que
Bolívar no le robó la gloria en Guayaquil
o que la burguesía comercial del puerto de Buenos Aires, con el apoyo de
Rivadavia, desconoció y retaceó el apoyo para la campaña a Chile y claramente
boicoteó la expedición libertadora al Perú.
Y el panorama no mejora conociendo a
los “pseudohistoriadores” que tratan de empolvar aún más su historia. Pero pese
a todo, la figura de San Martín se enfrenta a la tarea de enfrentarse a las
posiciones destinada a olvidar su compromiso con la liberación continental, su
postura ideológica de revolucionario
liberal y extremadamente antiabsolutista, su planteos económicos
proteccionistas que claramente se ven desarrollados en su gobernación de Cuyo
bajo la impronta del Plan de
Operaciones de Mariano Moreno, su significativas ideas de federalismo, su
desprecio por el lujo y la
avaricia de los comerciantes porteños.
A
pesar de lo que pueda pensarse, éstas y otras cualidades y defectos no
menosprecian la grandeza del prócer, por el contrario lo enriquecen, pues
contribuyen a elaborar una imagen más humana del Libertador, a la vez que restaura
la estatura del héroe.
¿Qué nos
ha dejado Don José, para las generaciones futuras?
No
cabe duda de que su figura ha sido instrumentada repetidas veces para responder
a intereses de tiempos muy diferentes de aquellos en los que vivió, obviamente,
el provecho era promover comparaciones y hallar semejanzas. En un primer
momento se lo trató de vincular de forma directa a una historia meramente
religiosa, por lo que parte de su historia no podía ser conocida y, por
ejemplo, ser parte de una logia no tenia que ser contada. Luego, se trató de
politizar su imagen y que desde su tumba en la catedral de Buenos Aires, se
convirtiera en un mero instrumento promotor de los gobiernos de turno que
profesaban muy diferentes ideologías, llegando a ser un intento fallido de
justificar un forzado hermanamiento de la libertad y el autoritarismo.
Cuando
las pasiones políticas se
acallaron, nuevas miradas se dirigieron a San Martín y encontraron lo que tanto
tiempo se había ocultado: por debajo del bronce hubo un hombre de carne y
hueso.
Todo ha sido ocultado intencionalmente
porque es más fácil crear un mito. Se lo puede admirar pero no seguir su
ejemplo. Porque para el hombre común, para el estudiante y los jóvenes el mito
no dice nada, es una estatua, una efigie y está allá, muy lejos, es muy difícil
alcanzarlo.
Pero si se conoce un hombre con sus
virtudes y sus defectos, su legado se humaniza y sus banderas y sus ejemplos sirven como
emblemas para la
política del hoy.
Desde el Movimiento Nacional
Reformista, entendemos que recuperar el mensaje del padre de la patria grande es
recuperar esa voz que viene del pasado para entender y construir la política
del presente, es más que un trabajo
de investigación o descubrir un gran yacimiento arqueológico; es la certeza de
que el cambio es posible y es ver el terror que les infunde a algunos sectores,
que San Martín esté otra vez cabalgando por la unidad y libertad latinoamericana.
“En el último rincón de la tierra en que me halle estaré pronto a luchar por la libertad”
José de San Martín
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