"Día del Trabajador"
El 7 de octubre de 1884, durante su cuarto Congreso una pequeña organización gremial
aprobó una moción presentada por Gabriel Edmonston por la que se resolvía que “la duración
legal de la jornada de trabajo desde el 1 de mayo de 1886 será de ocho horas” y
recomendaba a las organizaciones sindicales que trataran de hacer promulgar leyes de
acuerdo con esta resolución.
Ese 1 de mayo, cerca de 200.000 trabajadores realizaron una huelga en los Estados Unidos
por una jornada más corta, en tanto que otros 150.000 obtenían satisfacción a sus demandas
en ese sentido con la simple amenaza de paro. A fines de ese mismo mes sectores patronales
accedieron en acordar esa jornada legal a otros 50.000 obreros y antes de que terminara el
año, un total de 250.000 trabajadores gozaría de esa conquista. En algunos lugares hubo
represión policial y en Milwaukee, nueve muertos.
Las luchas se sucedieron hasta que el Congreso de la II Internacional Socialista, reunido
en París el 14 de julio de 1889, resolvió, que “se organizara una gran manifestación
internacional con fecha fija de manera que, en todos los países y ciudades a la vez, el
mismo día convenido, los trabajadores intimen a los poderes públicos a reducir legalmente
a ocho horas la jornada de trabajo. Visto que una manifestación semejante ya había sido
decidida por la Federación del Trabajo Norteamericana (A.F.L.) para el 1° de mayo de 1890,
en su congreso de 1888 en Saint Louis, se adopta esa fecha para la manifestación
internacional.
Han pasado más de 100 años desde aquellos días y hoy más que nunca resulta necesario
revalorizar el sentido histórico de la lucha de aquellos hombres. Si analizamos la
situación actual, encontramos que las transformaciones económicas y sociales que fueron la
impronta de la década pasada en nuestro país, han tenido un devastador impacto en la vida
de la familia de todos los argentinos; echando por tierra el poderoso mito integrador del
progreso indefinido, estrechamente asociado a la idea histórica de una clase media fuerte
y culturalmente homogénea, única en América Latina, y a la idea de la movilidad social
ascendente
Las sucesivas flexibilizaciones terminaron con el trabajo estable. Se incorporaron las
diversas modalidades de empleo temporario y contratos precarios, se redujeron los aportes
patronales y la seguridad social, y modificaron las normas sobre accidentes y enfermedades
laborales.
Para construir un país para todos, hay que cambiar la realidad, y para cambiarla, debemos
cambiar la mentalidad, jerarquizando el valor del trabajo que integra el concepto de la
dignidad humana y de la integración social.
En la actualidad, las distintas organizaciones gremiales no cesan en sus reclamos por
salarios que puedan recuperar su poder de compra. Es decir, salarios que admitan un nivel
de vida digna para el trabajador y su familia.
La reflexión que debemos hacer en cada 1° de Mayo, reivindicando aquella jornada histórica
tiene tres aspectos fundamentales. El primero es que nada se consigue sin la
participación. Todas las conquistas sociales que vinieron después de aquella gran gesta
que a fin del siglo XVIII fue la revolución Francesa que permitieron a los ciudadanos
acceder a los derechos políticos, fueron logradas con luchas, sacrificio, y con
participación.
El segundo aspecto que tenemos que rescatar es la organización. Sin organización no hay
ninguna posibilidad de conseguir ningún logro perdurable. Por eso los trabajadores
conscientes de esto se organizaron a través de todos los tiempos, en asociaciones
gremiales que fueron el baluarte en donde se capacitaron, donde se organizaron y donde
lucharon por conseguir mejores condiciones laborales.
El tercer y último aspecto es el programa. Los trabajadores eran conscientes de que a
partir de su independencia debían coordinar muchas veces sus acciones con los distintos
sectores políticos. Fue el Congreso de la Internacional Socialista de París, un año antes,
en 1889, que planteó la necesidad de que un 1° de Mayo se coordinen todas las acciones
gremiales y se conmemore la lucha de los trabajadores en todo el mundo. De ese Congreso de
París, surgió esta iniciativa, que el 1° de Mayo de 1890 se echó a andar y, hasta hoy, se
ha hecho continuadamente, en épocas de apertura democrática y en épocas de dictadura
militar.
Nunca los trabajadores dejaron de conmemorar esta fecha como un día de lucha, como un día
para pensar como construir una sociedad distinta, con igualdad de oportunidades y, como lo
dijo Alfredo Lorenzo Palacios “con justicia social”.
“Pobre cosa es el orgullo de poseer las maquinas mas modernas, la técnica mas
perfeccionada, si no cuidamos al hombre; si no cultivamos su personalidad, que es un valor
absoluto”.
Alfredo Palacios.
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