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Erupción del Calbuco
¿Por qué se ven rayos durante la erupción de un volcán?
*Dos especialistas explican qué relación hay entre la erupción de un volcán
y la caída de rayos. Un fenómeno que puede servir como alerta natural de
actividad volcánica.*
La erupción de un volcán es un espectáculo que impacta a los sentidos y
deja en evidencia la energía de la naturaleza. Esta semana, al volcán
Calbuco en Chile logró cautivar al mundo, al activarse tras cuarenta y dos
años de silencio, y desplegar durante dos erupciones un cuadro de singular
belleza.
Uno de los fenómenos más llamativos fueron los rayos que se vieron cuando
el cielo se volvió oscuro por la densa nube de cenizas que emanaba del
volcán. ¿Se trató de una casualidad meteorológica o los rayos son parte del
proceso eruptivo que se produce ante tanta liberación de energía?
“Los volcanes liberan a la atmósfera distintos gases, material sólido
fragmentado, llamado piroclastos, y lava. La proporción de cada uno depende
de las características de cada volcán”, explicó Romina Daga, doctora en
Ciencias Geológicas que trabaja en Centro Atómico de Bariloche, y que
estuvo abocada al análisis de las cenizas del Calbuco para determinar su
grado de toxicidad. “Por lo general –continuó– lo que más afectación genera
es la emisión de piroclastos, denominada comúnmente ceniza volcánica, ya
que se puede dispersar por grandes distancias, alcanzando cientos a miles
de kilómetros, como lo han demostrado las últimas erupciones ocurridas, por
ejemplo la del Chaitén en el 2008, el Cordón Caulle en el 2011, y la actual
erupción del Calbuco”.
Con respecto a los rayos, la investigadora dijo que aunque se trata de un
fenómeno que normalmente se observa durante las erupciones, la explicación
hay que buscarla en el campo de la meteorología y no de la vulcanología.
“De todo el material que se libera, hay partículas y gases a alta
temperatura que generan cargas eléctricas. Estas partículas podrían dar
origen a los rayos”, arriesgó.
*La mirada desde la meteorología*
La relación entre rayos y volcanes no es nueva. El historiador griego
Plinio el Joven, que fue testigo de la erupción del Vesubio en el año 79
d.C., mencionó este fenómeno en sus anotaciones. “Una negra y horrible
nube, rasgada por torcidas y vibrantes sacudidas de fuego, se abría en
largas grietas de fuego, que semejaban relámpagos, pero eran mayores”,
escribió en una carta al recordar su huida de Pompeya.
Dos mil años después de esa erupción, el vínculo entre ambos fenómenos no
está muy estudiado.
Consultado sobre este tema el Ing. Ignacio Cristina, miembro del Centro de
Informaciones Meteorológicas (CIM) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias
Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral, dijo que los trabajos
publicados indican que posiblemente haya un asidero teórico que coincide
con la formación de los rayos en una nube de tormenta.
“Las partículas de hielo que circulan al interior de una nube interactúan
con las gotas de agua y generan cargas estáticas, las cuales tienen
diferente polaridad. En un momento dado, la interacción entre ambas produce
la disociación de las cargas y se forma el arco eléctrico, que en
definitiva es el rayo”.
El mismo proceso se ocasiona en una nube volcánica. “Las partículas
volcánicas en su movimiento van generando corrientes estáticas, las cuales
llegan a un punto en el que se produce la misma disociación y se produce el
arco eléctrico”, explicó.
Una pregunta que todavía queda pendiente es cómo se genera la
electrificación de una nube volcánica, es decir, cómo esa nube densa de
gases y piroclastos se carga de electricidad. Para Cristina, el proceso
está asociado a la energía con la que se produce una erupción. “Hay
erupciones que generan una importante carga estática y otras que no. Por
eso, el umbral para que se disocie la carga eléctrica, unas veces no se
produce y otras veces sí”.
Un trabajo publicado por investigadores argentinos analiza el fenómeno de
los rayos durante la erupción del Cordón Caulle en 2011. En base a la
observación de diferentes erupciones en el mundo, los investigadores
repasan las teorías que explican la electrificación de las nubes
volcánicas. Uno de los casos que citan es la erupción del volcán Sutsery en
Islandia, ocurrida en 1963, donde la electrificación de las cenizas estuvo
asociada a las interacciones con el agua. Diferente fue lo que sucedió con
la erupción del volcán Sakurajima de Japón, donde la carga se produjo por
mecanismos de la fragmentación, sin la presencia explícita de agua.
Aunque en este trabajo no dan resultados concluyentes sino descriptivos de
un fenómeno y una región específica, los investigadores plantean una
hipótesis interesante: dada la estrecha relación entre rayos y erupciones,
se podría medir la actividad eléctrica para monitorear la actividad
volcánica y generar un sistema de alarma temprana.
De esta forma, los rayos funcionarían como marcadores naturales de una
incipiente actividad volcánica. Si está teoría se prueba, en un futuro
cercano el bellísimo y terrible espectáculo natural que es la erupción de
un volcán, pueda ser conocido de antemano.
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