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Neurociencia
Cerebro y apetito: descifran nuevas relaciones
*Ratas de laboratorio desarrollaron obesidad y diabetes al abandonar su
dieta con harina de soja.* *Ante esa respuesta inesperada, investigadores
de la UNL descubrieron el rol de los fitoestrógenos en mecanismos
cerebrales de regulación de la saciedad.*
Las ratas de laboratorio comen normalmente alimento balanceado que incluye
harina de soja. Para un experimento, un grupo de investigadores de la
Universidad Nacional del Litoral (UNL) decidió cambiar la dieta de estos
animales por una libre de soja. Resultado: aumento de peso y diabetes que
se desarrollaron rápidamente. Esto sorprendió a los especialistas al punto
de reorientar su estudio para entender qué había causado un desbalance
metabólico tan significativo.
Los experimentos permitieron observar un mecanismo en el cerebro hasta
ahora desconocido en el que los fitoestrógenos, presentes en el alimento
que incluye proteína de soja, regulan o modulan la acción de cuatro
moléculas que intervienen en el apetito y la saciedad en una parte
específica del cerebro, el hipotálamo. Las ratas a las que se les retiró el
alimento convencional sufrieron un significativo desbalance de estas
moléculas que las llevó a comer en mayor volumen.
Este hallazgo fue publicado recientemente por un equipo de investigadores
de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL, que
pertenecen al Instituto de Salud y Ambiente del Litoral (ISAL) de la UNL y
el CONICET.
*Sin soja vs. más grasa*
Para poder comprender qué es lo que ocurría con estas ratas, los
investigadores desarrollaron un modelo experimental en el que contrastaron
la dieta libre de fitoestrógenos con una dieta rica en grasa en ratas macho
adultas.
Se comparó cuánto alimento había comido cada grupo y observaron que la
ingesta de alimentos se había incrementado significativamente en el grupo
al que se le retiraron los fitoestrógenos. Si bien la dieta rica en grasa
tenía más calorías y los animales subieron de peso, no comieron tanto. Por
ello, finalmente, las ratas que comían alimento sin fitoestrógenos
ingirieron 17% más de calorías que el otro grupo.
Paralelamente, se observaron los depósitos de grasa corporal y los
indicadores de diabetes en sangre. “Encontramos que los efectos de la dieta
sin fitoestrógenos son más marcados en todos los parámetros que los efectos
de la dieta rica en grasa”, recalcó Florencia Andreoli, investigadora y una
de las autoras del trabajo de reciente publicación.
*¿Por qué?*
Conocido el resultado, el desafío es entender los motivos por los que
ocurre. Existe una relación entre las hormonas y la regulación del apetito,
y el estrógeno es una de ellas. Algo muy conocido por las mujeres, que al
llegar a la menopausia y disminuir la producción de estrógeno, se les
dificulta enormemente poder mantener el peso corporal.
Los fitoestrógenos, por su parte, son compuestos presentes en alimentos
como la harina de soja que se asemejan a los estrógenos y por ello pueden
intervenir en los mismos procesos.
En este estudio, los investigadores se enfocaron en cuatro moléculas que
actúan en el hipotálamo. Dos de ellas están involucradas en aumentar el
apetito mientras que las dos restantes están relacionadas con disminuirlo
(saciedad). “Normalmente está visto que los estrógenos influyen sobre unas
y otras. Lo que nosotros pudimos ver es que las que invitan a comer más
(las orexígenas) estaban inhibidas por los fitoestrógenos. Lo que hacía que
el animal coma menos”, detalló Cora Stoker, investigadora de la FBCB y
coautora del trabajo.
Al retirarse el fitoestrógeno de la dieta de una animal que desde su
nacimiento ingería de manera permanente proteína de soja, perdió esa
inhibición lo que provoco un aumento en la ingesta de alimentos.
“Daría la sensación de que los fitoestrógenos serían de algún modo
contribuyentes o causantes del equilibrio en la expresión de esas cuatro
moléculas. Se quitan esos fitoestrógenos, se desbalancea y se producen en
algunos casos sobreexpresión y en otros subexpresión que lleva en conjunto
a un aumento de la ingesta. Esto parece indicar que los fitoestrógenos
tienen una acción fuerte sobre el control de la saciedad a nivel cerebral”,
explicó Guillermo Ramos, director de esta línea de investigación.
En consonancia con estos resultados otros investigadores han observado que
personas de culturas orientales –con patrones culturales que implican una
mayor ingesta de fitoestrógenos que los occidentales- presentan señales de
síndrome metabólico rápidamente cuando adoptan dietas occidentalizadas.
“Sin embargo estas observaciones no quieren decir que sigan las mismas vías
de causa-efecto”, destacó Ramos.
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