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Veterinaria
Estudian cómo el estrés incide en la infección por parásitos
*En la naturaleza el estrés y la parasitosis son mecanismos que regulan las
poblaciones animales. Ese sistema se puede desencadenar en falso cuando
interviene la mano del hombre.*
A partir del análisis de estudios propios y de otros autores,
investigadores argentinos e ingleses explicaron cómo diferentes factores
causantes de estrés en combinación con agentes infecciosos pueden tener un
impacto negativo sinérgico sobre la salud.
La idea plantea que cuando un individuo se encuentra sano puede resistir o
tolerar bien las infecciones por parásitos a las que se encuentra expuesto
naturalmente. Sin embargo, cuando se ve sobrepasado por los factores
estresantes y las infecciones, esta tolerancia se reduce, por lo cual las
infecciones proliferan y deterioran más su organismo. “De este modo, se
desencadena un círculo vicioso en el que el organismo está cada vez más
deteriorado y por eso las infecciones lo siguen deteriorando”, indicó Pablo
Beldomenico, del Laboratorio de Ecología de Enfermedades del Instituto de
Ciencias Veterinarias del Litoral (Icivet), que depende de la Universidad
Nacional del Litoral (UNL) y del Conicet.
Según agregó, en esta situación los animales están menos preparados para
defenderse de los varios patógenos a los que deben enfrentarse. Se trata de
una noción que luego fue enriquecida con un componente tan relevante como
lo es el estrés como mecanismo. “Comenzamos a ver muchas nuevas
investigaciones en la que el estrés era relevante y cómo encajaba en ese
mecanismo de espiral vicioso en el que el organismo se encuentra bien y se
mantiene estable y puede resistir. Sin embargo, cuando el sistema se
deteriora más allá de un umbral se desencadena un problema cada vez más
difícil de superar. Lo vemos muchas veces en la naturaleza evidenciado como
drásticos colapsos poblacionales”, sostuvo Beldomenico que trabajó en el
tema junto a Mike Begon, del Instituto de Biología Integrativa de la
Universidad de Liverpool, Inglaterra.
Beldomenico apuntó que en las poblaciones generalmente hay niveles
naturales de estrés, que en ocasiones pueden incrementarse en gran medida,
como cuando hay un pico demográfico. “Durante períodos de gran abundancia
poblacional, hay una gran exposición a parásitos que provocan deterioros en
la condición de los individuos, y a su vez hay carencia de alimentos y
mucho estrés social. Este sería un mecanismo de control natural. Los
parásitos son parte del ecosistema y su rol es controlar a sus presas, sus
hospedadores”, continuó.
*El hombre*
Sin embargo, cuando esos estresores son originados por el hombre se
desencadena un gran problema, ya que el mecanismo se gatilla en falso. “En
términos geológicos, el hombre apareció hace muy poco. La historia de la
vida tiene unos 4 mil millones de años y el ser humano apenas 200 mil. Nos
hemos vuelto una plaga hace unos 200 años y los animales se encuentran sin
una historia evolutiva que los haya adaptado, lo cual hace que muchas
poblaciones declinen y algunas se extingan”, aseveró.
En este sentido, afirmó que una de las formas en que el hombre produce
estrés es introduciendo especies que no corresponden a un determinado
ecosistema: “Hay animales que deben lidiar, por ejemplo, con la competencia
de las vacas, lo cual genera estrés. Además introducen parásitos y
patógenos que infectan a los animales propios de un determinado lugar. En
un desmonte que quita un hábitat también se puede generar estrés
nutricional por falta de alimentos o el cambio climático, que produce falta
de confort. Todo ese estrés se suma a otros factores estresantes que son
naturales y, en ocasiones, de una manera sinérgica que los organismos no
pueden tolerar”, apuntó.
“La consecuencia es que sufre una gran proporción de las especies, mientras
que otras se pueden ver beneficiadas, como los parásitos, por ejemplo, o
artrópodos que pueden ser vectores. Siempre sucede así con estos cambios
drásticos”, añadió.
Además, acotó que el mecanismo de regulación de las densidades de una
especie se puede disparar en falso si hay muchos estresores que no se dan
por la alta densidad, sino porque el humano interfiere. “Esta situación
puede tener implicancias significativas para la conservación de la
biodiversidad y la salud pública”, abundó.
Beldomenico subrayó que los estudios de las interacciones entre estrés,
hospedador y parásito se encuentran todavía en su infancia. “Este
conocimiento mejorará nuestra capacidad para comprender mejor la influencia
de los factores de estrés antropogénicos sobre enfermedades infecciosas
emergentes, predecir y reducir su impacto en la conservación, y también
comprender la dinámica de la infección y de la historia natural de especies
de la fauna silvestre en general”, finalizó.
*Descarga de imágenes*
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17287
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17289
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17282
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17281
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