UNL
Para reflexionar
Adultos y consumo de leche, un debate abierto
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), celebra
el 1° de junio el Día Mundial de la Leche. Una docente e investigadora de la Universidad
de Campinas, Brasil, visitó la UNL y habló sobre la polémica en torno al consumo de leche
por personas adultas.
La imagen de una campaña contra el consumo de leche muestra a una vaca diciendo "no
soy tu mamá, no es tu leche". El slogan elegido hace referencia a uno de los
argumentos que esgrimen quienes están en contra del consumo de leche entre adultos. Para
ellos, la lactancia está vinculada a la relación entre madres e hijos y no debe extenderse
más allá de los meses de la primera infancia.
Para Adriane Antunes de Moraes, licenciada en Nutrición y con un doctorado en Alimentos
y Nutrición en la Universidad de Campinas, Brasil, el debate en torno al consumo de leche
es mucho más amplio que lo que plantean ciertos grupos y las posturas no deben ser tan
rígidas. "En todos los alimentos hay cosas buenas y malas. Para algunas personas el
consumo de leche puede no hacer bien, pero no es bueno excluirlo de la dieta de todas las
personas porque es una fuente de calcio muy importante", indica.
Durante una visita a la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en el marco del Programa
de Movilidad Escala Docente, la Dra. Antunes de Moraes brindó una conferencia en la
Facultad de Ingeniería Química (FIQ)), donde abordó varios puntos en discusión sobre este
tema, cuestiones que la apasionan y la llevaron a escribir un libro llamado "Leche
para adultos: mitos y hechos frente a la ciencia", publicado en 2009.
¿Leche no, calcio sí?
La controversia parte de un hecho concreto: el hombre es el único mamífero que continúa
bebiendo leche después del destete. Si bien esto es real, también lo es la importancia del
calcio en el cuerpo humano, un mineral que se encuentra en la leche y es esencial para los
huesos, la coagulación de la sangre, la contracción muscular y a la activación de enzimas
entre otras funciones. "La recomendación internacional de ingesta de calcio es muy
alta, de 1200 miligramos al día", explica Antunes. "Cuando tienes una
alimentación sin los lácteos, lo máximo que se puede obtener es 400 miligramos diarios y
se ven afectadas las uñas, los dientes, los huesos y todo lo relacionado con este
mineral".
Aunque es posible incorporar calcio a la dieta ingiriendo productos no lácteos, como
vegetales con hojas verdes, pescados y legumbres, Antunes dijo que hay factores
antinutricionales que bajan la biodisponibilidad del calcio y disminuyen su asimilación.
En el caso de los suplementos de calcio, que se pueden consumir en pastillas o polvos, la
investigadora brasileña explicó que hay nuevos estudios que los vinculan con mayores
riesgos de infarto agudo de miocardio.
Con estos datos, la balanza se inclinaría hacia el consumo de leche, ya que traería más
beneficios que riesgos. Pero ¿qué pasa con las personas que no pueden consumirla?
Enzima, mutación y evolución
Hay muchas personas que sufren de intolerancia a la lactosa, un disacárido conocido como
el azúcar de la leche, y padecen trastornos digestivos como diarreas, flatulencias y
gastroenteritis. Para poder absorber la lactosa hace falta una enzima llamada lactasa,
ubicada en la mucosa intestinal. Esta enzima está presente en grandes concentraciones al
momento de nacer pero disminuye a medida que se produce el destete.
Según explicó Antunes, fue necesaria una mutación genética que pasó de generación en
generación y de continente en continente para que los adultos pudieran consumir leche.
Comenzó con poblaciones del norte de Europa que criaban vacas por la carne y en algún
momento empezaron a tomar también la leche y a desarrollar esta enzima siendo adultos.
"Esta mutación genética ocurrió en diferentes continentes y pasó por rutas genéticas
distintas. En biología decimos que fue una convergencia evolutiva, que es cuando una
mutación ocurre por la misma finalidad en diferentes sitios, los que nos hace pensar que
es una buena mutación".
Muchas personas que tienen intolerancia a la lactosa carecen de esta enzima y si bien no
pueden consumir leche hay productos deslactosados que pueden ingerir. Para otras personas,
la falta de lactosa se origina en enfermedades congénitas como la galactosemia, que puede
causar desde cataratas hasta fallas ováricas antes de los 30 años. "Hay problemas que
son graves, que deben ser conocidos y diagnosticados. Para unos hay limitaciones para el
consumo de la leche pero no para toda la población".
El tercer grupo de personas que no consume leche lo hace por opción. Antunes indica que
están los veganos, con una postura muy fuerte y a veces exagerada en contra del consumo de
leche en adultos. Después hay grupos que son naturalistas, y también están quienes
vinculan este tema con el bienestar de los animales. "Para esos grupos es mejor sacar
los huevos que la leche, porque los huevos están listos para consumir pero a la leche hay
que sacarla de la vaca y el ternero se queda con poca leche".
Las hormonas que reciben las vacas para aumentar su producción y las adulteraciones
ilegales de la leche registradas en varios países suman argumentos en contra del consumo
de esta bebida. Estas irregularidades generaron campañas con mensajes graves, que por
ejemplo asocian a la leche con veneno. "Hay médicos o nutricionistas que dicen en la
televisión que no se consuma más leche y que no se la de ni a los niños; es muy
grave".
Una vez más, el mensaje que la investigadora destaca es que el consumo de leche no debe
ser obligatorio ni igual para todos. "A algunas personas la leche no les hace bien
pero el yogurt sí; otros no pueden consumir ni leche, ni queso, ni yogurt", sostiene.
"Todas las personas son individuos, no se puede decir esto es bueno para todos o esto
es malo para todos", concluye.
Prensa UNL - prensa(a)unl.edu.ar
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