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15 de junio de 1918
Reforma universitaria: la rebelión de los estudiantes
*El estallido de junio de 1918 plantó en el ámbito universitario las
banderas del anticlericalismo, la libertad de cátedra, la construcción del
cuerpo docente por concurso y el cogobierno, entre otros principios que
movilizaron a la comunidad educativa. El movimiento reformista trascendió
el ámbito de la educación superior, como parte del clima de una sociedad
que se transformaba por la inmigración y los movimientos políticos de
comienzos del siglo XX.*
“Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en
pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica.
Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen”. Las
palabras del Manifiesto Liminar firmado en junio de 1918 por un grupo de
estudiantes revelados contra el clericalismo y el carácter elitista de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC), señalan con claridad el tono de una
revuelta que se dirigía desde “la juventud argentina de Córdoba a los
hombres libres de Sud América”.
La mecha de ese estallido, se encendería con las protestas estudiantiles
que suelen historizarse a partir de la clausura del internado de
estudiantes del Hospital de Clínicas, pero que tienen que ver con un
creciente cuestionamiento a la legitimidad del rector y los decanos de la
UNC, y el reclamo de modificaciones a los planes de estudio. Para marzo de
1918 se organizaría un Comité Pro-Reforma y al mes siguiente, la Federación
Universitaria Argentina (FUA). La intervención de Nicolás Matienzo,
decretada por el presidente Hipólito Irigoyen, no logra reducir las
tensiones ya que si bien había avanzado en una democratización del gobierno
universitario, la Asamblea del 15 de junio elegiría como rector a Antonio
Nores –candidato de la asociación clerical Corda Frates– en lugar de
Enrique María Paz, vinculado al movimiento reformista.
La conocida fotografía de los estudiantes durante la toma de la Universidad
de Córdoba, sintetiza de una manera potente las fuerzas en pugna durante la
Reforma: el proyecto de conservar la Universidad heredada del siglo XVII
(la UNC fue fundada en 1613, sobre la base del Colegio Máximo de los
Jesuitas, de 1610); y por otro lado, las nuevas generaciones de estudiantes
que irrumpieron en el viejo Rectorado, llevando a lo más alto del edificio
una flamante bandera, hecha con pedazos de tela arrancados de los
cortinados de color obispal, signo claro del poder clerical.
*Las banderas*
“Una primera cuestión reivindicada por la Reforma Universitaria tuvo que
ver con el anticlericalismo en el ámbito de la educación superior, según el
cual, la educación debía estar regida por el conocimiento científico”,
señala la historiadora, investigadora y docente de la UNL, Natacha Bacolla.
“Otro reclamo central fue contra el carácter de elite que tenía en ese
momento la Universidad, y en particular la sociedad cordobesa porque aunque
era transformada por el impacto de la inmigración; por otro lado, las
elites políticas y universitarias estaban ampliamente vinculadas. Esa
Universidad era el semillero y la reproductora de una sociedad que aún
pertenecía en algunos aspectos a la Córdoba del Siglo XVII”.
En consonancia con esos planteos, una tercera premisa cuestionaba la
construcción de un cuerpo docente que todavía contaba con profesores
vitalicios, que accedían a las cátedras “por vínculos previos, de
pertenencia a círculos de elite”.
“Esas reivindicaciones no se plantearon del mismo modo en todas las
universidades argentinas”, enfatiza. Para referir además a hechos que
precedieron los sucesos de 1918, pero estaban en clara sintonía con el
espíritu reformista: la reacción de los estudiantes de la Academia de
Derecho de la UBA, en 1903, debido a una interpretación arbitraria del
reglamento de exámenes; la fundación de Centros de Estudiantes y reformas
en los estatutos, o la conformación de la Federación Universitaria de
Buenos Aires (FUBA), entre otros. En Santa Fe, la creación de la UNL, en
octubre de 1919, también responde a un largo proceso que si bien se vincula
estrechamente a la Reforma, encuentra sus raíces en la primera década del
siglo XX, marcando incluso un norte para las proclamas de los estudiantes
cordobeses.
Sobre el reclamo central del cogobierno, Bacolla señala que “no tuvo el
mismo peso en todos los espacios universitarios argentinos, incluso en
algunos casos generó una transición más negociada y en otros –como en el de
Córdoba– planteó una ruptura más profunda con la situación que estaba dada”.
En síntesis, “si tenemos que definir cuál es la universidad de antes y
después de la Reforma tiene que ver justamente con encontrar en diversas
versiones, la decisión de construir hacia adentro de la universidad una
democratización a partir del cogobierno”.
Los planteos acerca del rol de las universidades en la sociedad, en
particular a través de la investigación y el extensionismo, formarían
también parte de ese espíritu que expresaba la necesidad de vincular la
Universidad con la sociedad, a partir de su capacidad crítica para
transformarla. Esas cuestiones, diferentes en cada caso, “se plantearon en
cada espacio universitario, de acuerdo con sus ritmos e historias, pero
marcando siempre una ruptura, un antes y un después”.
*Reforma y democracia*
Suele decirse que el resultado de este proceso no fue una universidad
“reformada” sino “reformista”, para aludir a un legado siempre abierto a
nuevas significaciones, a reformular las respuestas que plantea cada tiempo
y lugar. Atendiendo a esa evolución y vigencia de la Reforma, Bacolla
señala que “en un sentido, la década de 1960 es una edad de oro para la
Universidad por el desarrollo de institutos de investigación, la creación
del Conicet, la producción de conocimientos y renovación de planes de
estudio, la incorporación de carreras en el área de las ciencias sociales.
Pero por otro lado, es un momento de gran politización, donde penetran los
conflictos de la sociedad y la conflictividad política en los claustros
universitarios. En esos momentos, la Universidad fue muy atacada porque era
un espacio donde se había generado una cultura democrática”.
Después de la Dictadura Militar de 1976, la educación superior en Argentina
se enfrentaba a la necesidad de “reconstruir la dinámica universitaria, que
necesita de la libertad de expresión y por eso se contrapone con
situaciones de autoritarismo y dictadura”. En tal sentido, señala Bacolla:
“la universidad asumió esa doble misión de reconstituirse como espacio
académico, pero también como un espacio a partir del cual recuperar la
cultura democrática en sus aspectos centrales; en paralelo con la tarea de
los movimientos sociales, los partidos políticos y el legado de los
movimientos de Derechos Humanos, que debieron hacer su tarea”.
*Descargas*
Manifestación frente al rectorado de la UNC
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17886
Marcha de la Federación Universitaria de Córdoba
http://www.unl.edu.ar/noticias/news/download/17888
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