UNL
Una mirada integral
Obesidad y sedentarismo entre mujeres en contexto de encierro
El consumo excesivo de grasas saturadas y de hidratos de carbono se combina con la
ingesta deficiente de hierro. Así lo expresa un estudio recientemente publicado por una
especialista de la UNL.
Pensar en salud pública dentro de una cárcel suele asociarse a enfermedades
infecto-contagiosas, sin embargo desde la Nutrición también es posible ver qué ocurre tras
las rejas. Relevamiento de hábitos alimentarios y actividad física, mediciones
antropométricas, análisis de laboratorio y entrevistas sirvieron para hacer un estudio
integral de la nutrición de mujeres en contexto de encierro para conocer cómo gravitan los
factores de riesgo en enfermedades crónicas no transmisibles.
"Lo que está pasando afuera, también está pasando adentro", comenzó a explicar
Celeste Nessier, quien desarrolló el estudio como docente de la Universidad Nacional del
Litoral (UNL).
"La prisión no está ajena a la realidad epidemiológica que estamos viviendo a nivel
país. Observamos que seis de cada diez mujeres tenían exceso de peso y solamente una
persona en todo el penal presentaba desnutrición, asociada a una patología de base",
detalló Nessier.
El trabajo se realizó de modo transversal sobre una comunidad de 30 mujeres de entre 20
y 59 años que purgaban penas en la Unidad Penal Nº 4 de la ciudad de Santa Fe, más
conocida como "cárcel de mujeres". Los resultados fueron recientemente publicado
en la Revista Española de Nutrición Comunitaria.
"Queríamos tener una doble aproximación, tanto desde la nutrición como desde su
propia percepción. Propusimos pensar cómo era su alimentación y su actividad física antes
de ingresar y cuáles eran las percepciones de lo que podían comer y hacer allí
dentro", destacó la especialista docente de la Facultad de Bioquímica y ciencias
Biológicas (FBCB) de la UNL.
La investigación contó con financiamiento a través de una beca de la Comisión Nacional
"Salud Investiga", dependiente del Ministerio de Salud de la Nación.
Qué comen, qué hacen
A la hora de evaluar la alimentación de las mujeres, el trabajo puso en evidencia que al
momento del trabajo de campo (finalizado en 2009) la ingesta de calorías diarias era
insuficiente para un 70% de las internas, sin embargo el 23,3% presentaba sobrepeso y el
40% obesidad.
Según explicó Nessier, para entender estos valores aparentemente contradictorios es
necesario analizar la calidad de la alimentación. En todas las mujeres se observó un
consumo de grasas saturadas y de hidratos de carbono simples por encima de las
recomendaciones. "Registramos una ingesta muy baja de fibras que es uno de los
factores dietarios más protectores contra las enfermedades crónicas", resaltó.
En cuanto a la actividad física, el 40% de las internas fueron clasificadas como
sedentarias. Esto contrasta con las propuestas de actividades físicas y recreativas que
tiene el penal y que están disponibles para las internas. "Había una baja adherencia
a estas alternativas. Antes de ingresar, la actividad física estaba instalada en la
cotidianeidad de las mujeres movilizadas por sus estilos de vida. No era en términos de
recreación pero sí en torno a sus actividades y eso se pierde al ingresar al penal",
contó.
Más que alimentación
El enfoque de integralidad propuesto en este trabajo no sólo permitió observar la
nutrición de las mujeres en el penal sino también el rol que juegan los alimentos en ese
entorno particular, donde prácticamente estructura la rutina diaria.
"La alimentación es una estrategia más de homogeneización: no hay posibilidades de
elección. En la vida diaria uno elige mientras que en el penal entre todas las privaciones
está la de decidir qué comer, no porque no haya acceso al alimento sino porque está
estandarizado y no hay posibilidad de elegir", argumentó Nessier.
Es por esto que las entrevistadas recalcaron el valor positivo de participar en la
elaboración de los alimentos dentro de la cocina del penal. "Como esa tarea estaba a
cargo de las propias internas, quienes participaban tenían la capacidad de definir qué
comer", detalló.
En sus conclusiones, el artículo plantea la necesidad de implementar programas de
detección, control y seguimiento de las patologías crónicas no transmisibles desde el
ingreso al Sistema Penitenciario junto a la promoción de estilos de vida saludables que
puedan ser instituidos en los dispositivos carcelarios.
Comunicación científica UNL - prensa(a)unl.edu.ar
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