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19 de octubre
Los aportes de la Bioética al cuidado del ambiente
/En el marco del Día Mundial de la Bioética la propuesta
es reflexionar sobre los aportes de esta disciplina al cuidado del
ambiente a nivel global. Cuáles son los principales desafíos de la
especialidad en procura de la protección del planeta. /
El 19 de octubre de 2005, en la sesión de la Conferencia
General de la UNESCO llevada a cabo en París, se aprobó la Declaración
Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (DUBDH). Por esa razón,
cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Bioética. El
acceso a un ambiente sano es un derecho humano universal, reconocido
por la Asamblea General de la Naciones Unidas (ONU), en 2022. Pero,
¿qué aportes pueden realizarse desde el campo de la bioética al
cuidado del ambiente?
En el marco de la conmemoración, la propuesta busca dar
visibilidad a la bioética como una disciplina que puede brindar
contribuciones y herramientas para pensar las problemáticas
socioambientales contemporáneas. Con ese propósito, se convocó a cinco
especialistas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL): María
Eugenia Chartier, Magíster en Bioética, docente-investigadora de la
Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB-UNL); Valeria
Berros, docente-investigadora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales (FCJS-UNL); Alejandro Trombert, Bioquímico y Doctor en
Tecnología Química, docente-investigador en la FBCB-UNL; Patricia
Amavet y Luciana Regaldo, docentes-investigadoras e integrantes, junto
con el Dr. Trombert, del Comité Asesor de Ética y Seguridad de la
Facultad de Humanidades y Ciencias (CAES-FHUC-UNL).
“La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
Humanos trata las cuestiones éticas relacionadas con la Medicina, las
Ciencias de la Vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres
humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y
ambientales”, expresó Alejandro Trombert y añadió que “si bien va
dirigida principalmente a los Estados, imparte también orientación,
cuando procede, para las decisiones o prácticas de individuos, grupos,
comunidades, instituciones y empresas, públicas y privadas”.
Por su parte, Amavet indicó: “Los conceptos de la
Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos son normativas
generales a las que cada país puede adherir estableciendo estos
conceptos en formato de leyes o marcos regulatorios. La mayoría de las
normativas vinculadas con la investigación biotecnológica están
enfocadas en precauciones acerca del uso y manipulación de embriones o
células humanas y hay menor preocupación en la investigación con otras
especies. Claramente, la visión de estas regulaciones responde a
perspectivas antropocéntricas y son muchas veces influenciadas por
intereses económicos”.
BIOéTICA GLOBAL
“Un punto de inicio para una reflexión sobre cuestiones
ambientales está dado por el reconocimiento de la crisis ecológica y
la necesidad de replantearnos la relación que tenemos los seres
humanos con el mundo natural”, remarcó Chartier y prosiguió: “La
amenaza de vivir en un planeta irremediablemente dañado por las
acciones del hombre -según la expresión de la Declaración del Milenio
de las Naciones Unidas- plantea el desafío de ampliar la mirada
bioética, configurada como una reflexión prioritariamente centrada en
el ser humano”.
El artículo 16 de la Declaración, “PROTECCIóN DE LAS
GENERACIONES FUTURAS”, establece que se deberán tener debidamente en
cuenta las repercusiones de las Ciencias de la Vida en las
generaciones futuras, en particular en su constitución genética.
Por su parte, el artículo 17 referido a la “PROTECCIóN
DEL MEDIO AMBIENTE, LA BIOSFERA Y LA BIODIVERSIDAD” indica que “se
habrán de tener debidamente en cuenta la interconexión entre los seres
humanos y las demás formas de vida, la importancia de un acceso
apropiado a los recursos biológicos y genéticos y su utilización, el
respeto del saber tradicional y el papel de los seres humanos en la
protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad”.
“Los problemas relacionados con la naturaleza y el
ambiente requieren una transformación de la mirada ética tradicional y
la bioética se presenta como un intento de pensar la ética
globalmente”, indicó María Eugenia Chartier.
Es en este sentido, que “la Declaración al incluir entre
sus principios la protección de las generaciones futuras, el medio
ambiente, la biosfera y la biodiversidad, da cuenta de este enfoque
global, aunque esto no implica que necesariamente estemos realizando
un cambio en la mirada antropocéntrica”, reflexiona Chartier.
En línea de continuidad con lo expresado por Chartier,
Regaldo dijo: “El deber de proteger la biosfera y la biodiversidad
amplía el alcance de la bioética. Hoy, hablar de bioética es hablar
también de la salud del planeta, porque la vida humana no existe
aislada: depende del equilibrio de los ecosistemas y de la convivencia
respetuosa con otras especies”.
Uno podría preguntarse cómo se articula este deber de
protección global (biosfera y biodiversidad) con los principios de
autonomía y dignidad inherentes a la bioética clínica. Al respecto,
Regaldo sostuvo: "Desde mi perspectiva, cuidar el ambiente es cuidar
la vida en todas sus formas; apostar por la supervivencia colectiva y
por el bienestar de las generaciones futuras no restringe la libertad
individual, sino que la enriquece y le da sentido”.
“La bioética, entendida como una ética del cuidado, la
justicia ambiental y la equidad intergeneracional, nos interpela a
repensar nuestras decisiones -cotidianas, científicas y políticas-
desde un compromiso real con la diversidad biológica y cultural que
sostiene nuestra existencia común”, continuó Regaldo.
En este marco, Patricia Amavet expresó: “Considero que en
el caso del deber de la protección global de la biósfera y la
biodiversidad, las nuevas generaciones desarrollan más las actitudes
de responsabilidad ante el cuidado del ambiente, y se han empezado a
establecer iniciativas productivas para protegerlo, aunque aún son
incipientes”.
“No tenemos más tiempo para perder, hay que atender ya a
esta temática. Como lo establece la Declaración es nuestro deber
garantizar los recursos para las generaciones venideras”, enfatizó
Amavet.
EL DESAFíO: CAMBIAR LA MIRADA
Ahora bien, ¿cómo puede la bioética, disciplina
predominantemente occidental y científica, mediar y conciliar con los
saberes tradicionales de los pueblos originarios, a menudo holísticos
y orales?
En este punto, Regaldo aseveró: “Uno de los grandes
desafíos que enfrenta hoy la bioética es abrir un diálogo entre la
ciencia occidental y los saberes tradicionales de los pueblos
originarios. Estos conocimientos, construidos desde una mirada
integral y respetuosa de la naturaleza, reflejan una relación de
interdependencia y reciprocidad entre el ser humano y su entorno, muy
diferentes a la visión dominante en las culturas occidentales
actuales, donde muchas veces prevalece una lógica de explotación y
control sobre los sistemas naturales”.
“El desafío es avanzar hacia una ciencia que escuche,
reconozca y valore la diversidad de formas de habitar y comprender la
vida, recuperando aquella visión ancestral que entiende al ser humano
como parte de la naturaleza y no como su dueño”, concluyó Regaldo.
LíMITES éTICOS Y LEGALES
No obstante, ¿qué modelos normativos ofrecen mejor marco
para establecer límites éticos y legales a las acciones humanas
actuales que comprometen irreversiblemente los recursos y ecosistemas
necesarios para la vida de las generaciones futuras? En este punto,
Valeria Berros indicó: “La idea de protección de las generaciones
futuras posee un amplio recorrido en el derecho ambiental desde sus
orígenes como sujeto colectivo respecto del cual tenemos una
responsabilidad y un legado”.
“En ese sentido, se trata no sólo de una idea que
posibilita pensar en la intergeneracionalidad sino, también, nos
autoriza a discurrir en términos interespecies. Cuestión que se ve
reforzada por el reconocimiento de derechos -que se ha forjado en
sistemas legales y en decisiones judiciales-, a la naturaleza y/o a
ciertos ecosistemas en particular lo que se encuentra muy presente en
el ámbito latinoamericano, especialmente luego de las reformas
constitucionales y regulatorias en Ecuador y en Bolivia, junto a la
jurisprudencia de diferentes tribunales que va girando en esa
dirección más ECOCéNTRICA para la resolución de conflictos”, continuó
Berros.
“Para citar sólo un ejemplo se puede hablar del rol que
están teniendo las generaciones futuras en un tipo de litigio
emergente y en proliferación: el litigio climático. Existen casos cada
vez más numerosos que son iniciados por niños, niñas y jóvenes en
defensa de su propio porvenir y del de las generaciones que los van a
suceder. En nuestro país, una demanda judicial en esta dirección
refiere a uno de los amparos que fue presentado ante la Corte Suprema
de Justicia de la Nación por un grupo de niños, niñas y jóvenes ante
las quemas e incendios del Delta del Paraná que se hace eco del caso
que resolvió la Corte Suprema de Colombia conocido como "Generaciones
futuras vs. Colombia" por deforestación de la Amazonía colombiana”,
describió Berros.
EL TELóN DE FONDO: LA CARTA DE BUENOS AIRES
“La Carta de Buenos Aires (Carta de Buenos Aires -
Redbioética/UNESCO[1]) fue un documento clave en el proceso de
elaboración de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
Humanos, sirviendo como la voz unificada de América Latina y el Caribe
ante los debates internacionales”, afirmó Trombert y continuó: “El
documento consistió en una firme postura política y ética que denunció
la existencia de un "doble estándar moral" en la investigación, donde
los países ricos o industrializados intentaban aplicar normas éticas
menos rigurosas en los países en desarrollo, especialmente en la
experimentación con seres humanos y rechazó la exclusión social,
criticando enérgicamente las posturas que pretendían excluir las
situaciones de pobreza, indigencia y exclusión social de los
contenidos de una bioética universal”.
“La carta reafirmó la dignidad humana como el pilar
innegociable de los Derechos Humanos, el cual no debe ser cuestionado
ni debilitado por intereses científicos o comerciales”, destacó
Trombert.
“En esencia, la Carta fue crucial porque aseguró que la
perspectiva de los países en desarrollo y la dimensión de la justicia
social no fueran ignoradas, logrando así que la Declaración Universal
sobre Bioética y Derechos Humanos fuera una declaración verdaderamente
universal y con una profunda vocación de protección de los derechos
humanos”, finalizó Trombert.
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